miércoles, 3 de febrero de 2010

II Liga Arkham Horror. Escenario 2: La decisión de Walter Gilman - Parte I



Introducción al segundo escenario de la II Liga Nacional de Arkham Horror en Edge Entertainment

Les repito que no sé qué ha sido de Walter Gilman, aunque pienso -y casi espero- que disfrute de la paz del olvido, si es que semejante bendición existe en alguna parte. Es cierto que aquel que se hacía pasar por él era un farsante, por no nombrarlo de otra manera, y que he compartido el estupor de su desaparición. No negaré, aunque mis recuerdos son inciertos y confusos, que sea cierto ese testimonio de haberlo visto, más de una vez, camino del cementerio de la ciudad. Ustedes me dicen que no hay nada en ese cementerio ni en sus alrededores que hubiera podido servir de escenario de aquel terrible episodio. Y yo respondo que no sé más de lo que vi. Ya fuera visión o pesadilla - deseo fervientemente que así haya sido -, es todo cuanto puedo recordar de aquellas horribles horas que viví, después de haber dejado atrás el mundo de los hombres.

Como he dicho antes, yo estaba bien enterado de los sobrenaturales estudios de Walter Gilman, y hasta cierto punto participé en ellos. De su colección de libros extraños sobre temas prohibidos, he leído todos aquellos que están escritos en las lenguas que yo domino; pero son pocos en comparación con los que están en lenguas que desconozco. Me parece que la mayoría están en árabe; y el infernal libro que provocó el desenlace, estaba escrito en caracteres que jamás he visto en ninguna otra parte. Walter no me dijo jamás de qué se trataba exactamente. En cuanto a la naturaleza de nuestros estudios, ¿debo decir nuevamente que ya no recuerdo nada con certeza? Y me parece misericordioso que así sea, porque se trataba de estudios terribles, a los que yo me dedicaba más por morbosa fascinación que por una inclinación real. Walter me dominó siempre, y a veces le temía. Recuerdo cómo me estremecí la noche anterior a que sucediera aquello, al contemplar la expresión de su rostro mientras me explicaba con todo detalle por qué, según su teoría, ciertos cadáveres no se corrompen jamás, sino que se conservan carnosos y frescos en sus tumbas durante mil años. Pero ahora ya no le tengo miedo a Walter, pues sospecho que ha conocido horrores que superan mi entendimiento.

Confieso una vez más que no tengo una idea clara de cuál era su propósito aquella noche. Desde luego, se trataba de algo relacionado con el libro que Walter llevaba consigo; pero juro que no sé qué es lo que esperábamos encontrar. Solamente se ha quedado grabada en mi alma una escena, y puede que ocurriese mucho después de la medianoche, pues recuerdo una opaca luna creciente ya muy alta en el cielo vaporoso.

Ocurrió en el cementerio. Se hallaba en una hondonada húmeda y profunda, cubierta de espesa maleza, musgo y yerbas extrañas de tallo rastrero, en donde se sentía un vago hedor que mi ociosa imaginación asoció absurdamente con rocas corrompidas. Por todas partes se veían signos de abandono y decrepitud. La primera impresión vívida que tuve de mi propia presencia en esta terrible necrópolis fue el momento en que me detuve con Walter ante una lápida destruida cuya inscripción llevaba su nombre. No pronunciamos una sola palabra, Walter pareció hacer ciertos cálculos mentales. La lápida revelaba una negra abertura, de la cual brotaba un tufo de gases miasmáticos tan nauseabundo que retrocedí horrorizado. Sin embargo, poco después me acerqué de nuevo al agujero, y encontré que las exhalaciones eran menos insoportables. Mi linterna reveló el arranque de una escalera de piedra, sobre la cual goteaba una sustancia inmunda nacida de las entrañas de la tierra, y cuyos húmedos muros estaban incrustados de salitre. Y ahora me vienen por primera vez a la memoria las palabras que Walter me dirigió con su melodiosa voz de tenor; una voz singularmente tranquila para el pavoroso escenario que nos rodeaba:

- Siento tener que pedirte que aguardes en el exterior � dijo -, pero sería un crimen permitir que baje a este lugar una persona de tan frágiles nervios como tú. No puedes imaginarte, ni siquiera por lo que has leído y por lo que te he contado, las cosas que voy a tener que ver y hacer. Es un trabajo diabólico, y dudo que nadie que no tenga una voluntad de acero pueda pasar por él y regresar después a la superficie vivo y en su sano juicio. No quiero ofenderte, pero, en cierto sentido, la responsabilidad es mía, y no podría llevar a un manojo de nervios como tú a una muerte probable, o a la locura. ¡Ya te digo que no te puedes imaginar cómo son realmente estas cosas!

Aún resuenan en mi memoria aquellas serenas palabras. Parecía yo desesperadamente ansioso de acompañarlo a aquellas profundidades sepulcrales, pero él se mantuvo inflexible. Después de haber conseguido mi reacia aceptación de sus propósitos, me senté sobre la lápida añosa y descolorida que había junto a la abertura. Luego desapareció en el interior de aquel indescriptible osario.

Durante un minuto seguí viendo el brillo de su linterna; pero la luz desapareció abruptamente, como si hubiera doblado un recodo de la escalera. Me quedé solo…

Consulté constantemente mi reloj a la luz de la linterna eléctrica, y escuché con febril ansiedad por el agujero, pero no logré oír nada por más de un cuarto de hora. Luego sonó un extraño ruido, a pesar de lo aprehensivo que era, no estaba preparado para escuchar las palabras que me llegaron de aquella misteriosa abertura, pronunciadas con la voz más desgarrada y temblorosa que le oyera a Walter Gilman. Él, que con tanta serenidad me había abandonado poco antes, me hablaba ahora desde abajo con un murmullo trémulo, más siniestro que el más estridente alarido:

- ¡Dios! ¡Si pudieras ver lo que veo yo!

No pude contestar. Enmudecido, sólo me quedaba esperar. Luego volví a oír sus frenéticas palabras:

- ¡Es terrible..., monstruoso..., increíble!

Esta vez no me falló la voz, y derramé por mi garganta un aluvión de excitadas preguntas. Aterrado, seguí repitiendo:

- ¡Walter! ¿Qué es? ¿Qué es?

De nuevo me llegó la voz, ronca por el miedo, teñida ahora de desesperación:

- ¡No te lo puedo decir! Es algo que no se puede imaginar... No me atrevo a decírtelo... Ningún hombre podría conocerlo y seguir vivo... ¡Dios mío! ¡Jamás imaginé algo así!

Otra vez se hizo el silencio, interrumpido por mi torrente de temblorosas preguntas. Después se oyó la voz de Walter, en un tono de salvaje terror:

- ¡Por el amor de Dios, márchate de aquí, si puedes!... ¡Rápido! Déjalo todo y vete... ¡Es tu única oportunidad! ¡Hazlo y no me preguntes más!

Lo oí, pero sólo fui capaz de repetir mis frenéticas preguntas. Estaba rodeado de tumbas, de oscuridad y de sombras; y abajo se ocultaba una amenaza superior a los límites de la imaginación humana, y en medio de mi terror, sentí un vago rencor de que pudiera considerarme capaz de abandonarlo en tales circunstancias. Más ruidos y, después de una pausa, se oyó un grito lastimero de Walter:

- ¡Esfúmate! ¡Por el amor de Dios, esfúmate!

Aquella jerga infantil que acababa de emplear Walter me devolvió mis facultades. Tomé una determinación y le grité:

- ¡Walter! ¡Voy para abajo!

Pero, a este ofrecimiento, el tono de mi interlocutor cambió a un grito de total desesperación:

- ¡No! ¡No puedes entenderlo! Es demasiado tarde... y la culpa es mía. Corre... ¡Ni tú ni nadie puede hacer nada ya!

El tono de su voz cambió de nuevo; había adquirido un matiz más suave, como de una desesperanzada resignación.

- ¡Rápido..., antes de que sea demasiado tarde!

Traté de no hacerle caso; intenté vencer la parálisis que me retenía y cumplir con mi palabra de correr en su ayuda, pero lo que murmuró a continuación me encontró aún inerte, encadenado por mi absoluto horror.

- ¡Apúrate! Es inútil..., debes irte..., mejor uno solo que los dos...

Una pausa, otro ruido y luego la débil voz de Walter:

- Ya casi ha terminado todo... No me hagas esto más difícil todavía... Cubre esa escalera maldita y salva tu vida... Estás perdiendo tiempo... Adiós…nunca te volveré a ver.

Aquí, el susurro de Walter se dilató en un grito; un grito que se fue convirtiendo gradualmente en un alarido preñado del horror de todos los tiempos...

- ¡Malditas sean estas criaturas infernales..., son legiones! ¡Dios mío! ¡Esfúmate! ¡¡Vete!! ¡¡¡Vete!!!

Después, el silencio. No sé durante cuánto tiempo permanecí allí, estupefacto, murmurando, susurrando, gritando. Una y otra vez, por todos esos eones, susurré y murmuré, llamé, grité, chillé:

- ¡Walter! ¡Walter! Contéstame, ¿estás ahí?

Y entonces llegó hasta mí el mayor de todos los horrores, lo increíble, lo impensable y casi innombrable. He dicho que me habían parecido eones el tiempo transcurrido desde que oyera por última vez la desgarrada advertencia de Walter, y que sólo mis propios gritos rompían ahora el terrible silencio. Pero al cabo de un rato, sonó otro ruido, y agucé mis oídos para escuchar. Llamé de nuevo:

- ¡Walter!, ¿estás ahí?

Y en respuesta, oí lo que ha provocado estas tinieblas en mi mente. No intentaré, caballeros, dar razón de aquella cosa - aquella voz -, ni me aventuraré a describirla con detalle, pues las primeras palabras me dejaron sin conocimiento y provocaron una laguna en mi memoria que dura hasta ahora. ¿Diré que la voz era profunda, hueca, gelatinosa, lejana, inhumana, espectral? ¿Qué debo decir? Esto fue el final de mi experiencia, y aquí termina mi relato. Oí la voz, y no supe más... La oí allí, sentado, petrificado en el cementerio, entre los escombros de las lápidas y tumbas desmoronadas, la vegetación putrefacta y los vapores corrompidos. Escuché claramente la voz que brotó de las recónditas profundidades de aquel abominable sepulcro abierto, mientras a mí alrededor miraba las sombras amorfas necrófagas, bajo una maldita luna menguante. Y esto fue lo que dijo:

- ¡Tonto, Walter ya está MUERTO!


Esta semana han publicado ya en Edge el segundo escenario de la II Liga Nacional de Arkham Horror, a priori el escenario es bastante más asequible que el anterior, por lo que mi grupo estaba bastante subido de moral, teníamos a los investigadores cargados de objetos y el escenario nos parecía fácil, pero como bien dije en el foro de Edge, si en el primer escenario la suerte estuvo de nuestro lado, en este segundo nos dejó a solas. Simplemente deciros que duramos seis turnos, al acabar el sexto turno decidimos dar la partida por terminada y volverla a intentar la semana que viene ya que estábamos en unas pésimas condiciones para conseguir la victoria, aparte de que no nos salía ni una tirada, a ninguno. Por ejemplo tuve que tirar 11 dados para sacar 1 éxito en una tirada de combate.

No obstante os dejo la mini crónica de lo que no pudo ser.

En la preparación de la partida salió la carta de Mitos El resurgir de Rlyeh y se abrió un portal en el bosque.
Turno 1 - Se unen en Lo Innombrable Harvey Walters, Bernard Navas y Paul G. Red para intercambiar objetos con la mala suerte que al sacar una de las cartas de evento de localización aparece un portal y un monstruo en esa localización que hace que, en el primer turno, los tres investigadores sean absorbidos por un mismo portal.
En la fase de Mitos se abre un portal en El Bosque, con lo que se produce una oleada de monstruos quedando 8 de ellos en el tablero de juego y 2 en las afueras, es decir, primer turno y ya habíamos sacado 10 monstruos.

Turno 2 - El turno comienza sin muchas incidencias hasta que llegamos a la fase de Mitos, aparece un portal en la Plaza de la Independencia y se mueven un Perro de Tíndalos atacando directamente a Darrell mandándolo al Manicomio de Arkham y haciéndonos perder una Motocicleta, una Derringuer .18, la Protección Corporal, el Libro de Dzyan y la Máscara Pálida.

Turno 3 - Joe Diamond acaba con un Brujo y un Ángel Descarnado en el Barrio Este y con un Sectario y un Chthonian antes de ser absorbido por un portal hacia Otra Dimensión en la Plaza de la Independencia.
En la fase de encuentros Bernard Navas debe hacer una tirada de Velocidad (-1) o quedar perdido en el tiempo y el espacio, cosa que no agrada mucho ya que con Yog Sothoth como primigenio si eso ocurre eres devorado, así que me dispongo a realizar la tirada y me doy cuenta de que tengo 1 en velocidad con lo que tengo que gastar 2 fichas de pista para conseguir la tirada, y menos mal que la saqué a la segunda porque ya no tenía más pistas.
En la fase de Mitos se abre un portal en la Plaza de la Independencia, lo que provoca otra oleada de monstruos y que suba el Terror.

Turno 4 - Este turno fue el clave, a partir de aquí ya estábamos decidiendo si dejar la partida, en mesa teníamos a 2 Perros de Tíndalos, 2 Semillas Estelares, 1 Shoggoth y 1 Semilla Informe y la suerte no estuvo de nuestro lado.
Bernard Navas usa la Caja Portal para salir por el portal de Rlyeh en El Bosque donde le esperan dos Semillas Estelares. Acaba con una de ellas con el hechizo Atar Monstruo, y gracias porque para conseguir un éxito necesité 11 dados, lo que me hizo gastar todas las fichas de pista que tenía. Luego usó la Dinamita para atacar a la segunda Semilla Estelar pero no conseguí matarla, Bernard va al Hospital de santa María, vuelven un Sectario y la Semilla Estelar al Cementerio y perdemos para la liga el Material de Investigación, la Maldición de Azathoth y la Consunción.
En la fase de Mitos aparece un portal en el Cementerio y 2 Monstruos en las calles de la Periferia lo que hace que vuelva a aumentar el Terror. Los dos Perros de Tíndalos que hay en juego se mueve a Lo Innombrable donde están Harvey y Paul que consiguen evitarlos.

Turno 5 - Tanto Paul como Harvey vuelven a evitar a los dos Perros de Tíndalos y se van de la localización a la calle del Distrito Comercial.
Joe sella el portal de la Plaza de la Independencia.
En la fase de Mitos aparece un portal en La Casa de la Bruja absorbiendo a Darrel a Celeno, mientras que Paul evita a un Vampiro Estelar que se ha movido hacia él.

Turno 6- Joe evita a una Semilla Informe y a un Shoggoth en el Barrio Fluvial y se carga a un Sectario en el Cementerio donde también está una Semilla Estelar. Joe no puede con la Semilla Estelar con lo que Joe va al Hospital de Santa María, salen 6 monstruos más en el Cementerio, aumenta el Terror, se cierra el Almacén y deberíamos haber perdido la mitad de los objetos de Joe, pero en este momento decidimos dar por finalizada la sesión y volver a jugar el escenario la semana que viene.

Esperemos que la próxima semana tengamos algo más de suerte con los dados, y con los monstruos, ya que realmente fue muy complicado luchar contra todos los monstruos fuertes del juego a la vez, no nos salió nada más que un Sectario y un Maníaco en toda la partida.

Ya os contaré que tal nos ha ido en la próxima sesión.

1 comentario:

  1. Menuda cera nos dieron. No paraban de salir monstruos de debajo de las piedras y encima eran todos los fuertes, si es que asi no hay manera...
    Pero bueno, lo probaremos la semana que viene a ver que tal.
    Un saludo.

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